Revisando Butterfly

Una parte de los que aprecian la ópera consideran el libreto como un accesorio innecesario para el disfrute de la música y a menudo se debe a que relata historias que, justificadas en su tiempo, han ido perdiendo su sentido hasta resultar incoherentes. Esto no se debe a una negativa a abrir la mente para aceptar una historia mágica o arriesgada sino al hecho de que a veces los tiempos marcan las historias de forma imborrable hasta el punto de que pueden llegar a perjudicar la valoración de la obra.

Un ejemplo claro de ésto surge con las frecuentes críticas a la existencia en algunas de esas obras de personajes que sufren abusos por ser menores de edad o a personas de color menospreciados por su raza. Son libretos que hoy jamás tendrían ese contenido y no porque haya que seguir normas de corrección política sino porque la humanidad progresa y sólo los ignorantes pueden creer que esos son temas menores.

Los compositores construyen su monumento musical sobre la base de un armazón-relato que normalmente perdura en el tiempo al amparo de la música o bien adaptan una historia existente, deudora de su tiempo. Sin embargo es clara la diferente valoración que casi siempre reciben la música y el libreto de una ópera y en algunas de ellas resulta imperiosa la necesidad de realizar nuevos montajes que actualicen historias caducas o incomprensibles para el público de hoy.

Por la Historia sabemos que el poder y la gloria de las naciones están sometidos al proceso universal de la decadencia. Los imperios de los que hemos recibido noticia se deshicieron en el tiempo como hielo al calor, entre furia y ruido, en violencia casi siempre. Nuestro tiempo es distinto en los detalles pero el proceso general del declive siempre es parecido y algunas de sus repercusiones resultan curiosas.

Actualmente las conquistas perseguidas por algunos países son financieras, virtuales, comerciales, emboscadas en huecas palabras de aliento, pero reconocibles y asumidas. También hoy, el declive se aprecia con esos mismos aspectos comerciales y virtuales que, habitualmente de forma lenta y sin violencia, desplazan al competidor. Así, víctima de los tiempos y de sus errores, el imperio que existe, el norteamericano, para bien y para mal lentamente se difumina y con él lo hacen los relatos basados en su supremacía.

Cuando Puccini compuso su ópera Madama Butterfly, quizás su obra más famosa, estrenada en Milán en 1904, los Estados Unidos, con su reciente conquista de las Filipinas, comenzaban a extender activamente su influencia económica y cultural por Asia. Pinkerton, el amante de Butterfly, fue descrito como un seductor oficial de la poderosa flota americana que visitaba Japón regularmente.

Ya a mediados del siglo anterior los ‘barcos negros’ del comodoro Perry que anclaban cerca de Tokio, anunciaban que la ambiciosa nueva nación americana miraba también lejos de sus costas, hacia Asia. Tras las siniestras guerras del opio en China en las que los norteamericanos acabaron con la supremacía británica y lentamente con la de las demás potencias europeas, la influencia de los EEUU en la zona fué creciendo de manera imparable.

La segunda guerra mundial había arrasado Japón y también acabó con su importante influencia en el resto de Asia por lo que los norteamericanos vencedores sustituyeron al odiado país japonés eliminando su herencia cultural y ampliando su propia esfera de poder existente. Tras la reconstrucción norteamericana de Japón, hecha a medida de sus intereses estratégicos y económicos, China y los EEUU, fueron aliados hasta que la revolución triunfante de Mao Zedong cambió totalmente el escenario.

Durante los años que siguieron, el conflicto de las Naciones Unidas (en la práctica, de los EEUU) con el comunismo revolucionario tuvo su principal crisis en la guerra de Corea, con la permanente división de este país en dos derivada también de la intervención china en aquel conflicto que afectaba a sus fronteras. Las sucesivas guerras impulsadas por los norteamericanos, acompañadas de ayudas al desarrollo para contrarrestar la influencia soviética en Camboya, Vietnam, Indonesia….ampliaron al conjunto del sureste asiático la herencia cultural derivada de su poder económico y de las campañas de promoción del modo ideal de vida norteamericano transmitidas por los medios audiovisuales norteamericanos, por su estrategia de ayudas económicas y por su omnipresente ejército.

Este largo proceso de acumulación de influencia y poder ha supuesto que al final el ‘soft power’ del modo de vida americano en Asia haya llegado a una extensión y nivel desconocidos. El siglo XX, casi hasta su final, mostró el dominio de los EEUU en el mundo entero, culminación de sus victorias en guerras europeas y asiáticas. Con la perspectiva del entonces creciente poder americano y su imparable empuje, se comprende que los libretistas de Puccini a comienzos de ese siglo eligieran como pareja ideal de Butterfly a un norteamericano, un símbolo de riqueza, poder y libertades. Han bastado dos décadas del nuevo siglo para comprobar que el sueño americano de Madama Butterfly ha envejecido mal.

China ha salido de su subdesarrollo de siglos y ha llevado a cabo una revolución económica que en numerosos campos le ha situado a la cabeza del progreso tecnológico mundial. El sureste asiático ha conocido un desarrollo paralelo en el que el Japón hace décadas que destaca por su importante desarrollo económico. En todos ellos, el cambio ha sustituido estructuras sociales arcaicas por otras que fusionan las propias con un americanismo adaptado a su conveniencia. Si bien la cultura americana parece integrada, el declive de los EEUU deja paso a otras influencias, chinas quizás, también rusas, en menor nivel europeas, incluso Japón puede atisbar un margen que le permita comenzar una separación de su amo.

Si por una suerte improbable surgiera un nuevo Puccini que deseara poner música a una historia similar a la anterior el libreto cambiaría ya que la trama, a pesar de la existencia del propio personaje de la protagonista, joven sumisa e inocente, sugiere una cierta actualidad. Por mucho que el idealizado modelo americano aún atraiga a jóvenes orientales hacia las universidades norteamericanas y en buena parte sigan cautivos de los caros juguetes de Apple o de esa jaula de señas para vender que es Facebook-Instagram, el protagonista de una Butterfly de hoy, un ideal de vida del siglo XXI, no sería un oficial norteamericano actualizado, de un submarino nuclear por ejempo.

Tras las nefastas aventuras bélicas en Irak o en Siria, tras el desprestigio que han infligido a la imagen USA los Bush y sobre todo Trump, en especial tras las imágenes de un Capitolio asaltado por una horda alentada por el propio presidente, tras los 70 millones de norteamericanos que se declaran dispuestos a votarle de nuevo resulta imposible aceptar esa posibilidad. La música de Puccini durará tanto como nuestra civilización pero algunos aspectos de la historia que nos cuenta hace tiempo que carecen de sentido. Quizás el libreto de hoy adaptaría el relato para que Pinkerton fuera sustituído por un oficial alemán, en un giro curioso de la historia.

Un famoso duo con unos intérpretes que elevan la maravillosa música de Puccini al más alto nivel:
Madama Butterfly, 'Vogliatemi bene', escena de amor
Mirella Freni, soprano,  Cio-cio-san
Luciano Pavarotti, tenor,  Pinkerton
Orquesta Filarmónica de Viena, Herbert von Karajan
DECCA 417577 de 1974

Créditos de las imágenes:
Destacada, Monte fuji de web japonpedia.com 
Rostro de Butterfly de web iopera.es
Ilustracion de Butterfly de web Museo Thyssen Malaga
Id. Butterfly web edelvives, portada de Benjamin Lacombe

		
		

6 comentarios en “Revisando Butterfly

  1. Reconozco que las impresiones sobre el declive americano derivadas de un rápido repaso a su creación pueden ser discutibles pero creo que es algo que habitualmente se reconoce como inevitable. No es posible que un país con tan graves conflictos internos pueda mantener su influencia mundial tras haber dañado tanto su imagen. Cierto que el arte se puede valorar de varias maneras y esencialmente la referencia debe ser el tiempo en el que fue creado pero en el caso de la ópera, para quienes siguen la historia que cuenta el libreto hay algunas que merecen tan sólo ser escuchadas y dejar vagar la imaginacón al margen de ella.
    .
    Esa versión de Madama Butterfly es preciosa, hay otras pero ésta lo tiene todo, en mi opinión.
    Salud.

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  2. Muy instructiva tu reflexión sobre el auge y (hoy) cierta decadencia del imperio estadounidense partiendo de una ópera que nunca he visto representada y de la que solo conozco algunos retazos musicales (me falta cultura lírica, lo reconozco). Cierto que muchas de las expresiones artísticas del pasado tendrían poco éxito si fueran formuladas en el presente, por eso su grandeza se halla en su contexto histórico propio, como manifestación de las características de la sociedad de la época en la que vieron la luz.

    Qué magníficas voces.

    Salud.

    Le gusta a 1 persona

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